lunes, 14 de noviembre de 2011

TODO BIEN, PERO FALTÓ LA MÚSICA CUBANA

Por Antonio Callejo
@Antoniocallejo
http://www.revistavortice.com/images/pinceladas/cubana1.jpg El reinicio del Festival de Cultura del Caribe es una excelente noticia para el estado. Era indispensable abrir de nuevo la ventana hacia la llamada “Tercera Frontera”, a donde México también pertenece y donde se reconoce en un intercambio intenso con el flujo de personas. Quintana Roo es la vía geográfica que comunica con esta región, de modo que era una obligación desatendida omitir este encuentro por tantos años.
El programa presentado por Cora Amalia Castilla Madrid, titular de la Secretaría de Cultura, contiene un variado menú de actividades y en apartados que no debían de faltar. Cine, teatro, pintura, discusiones literarias y desde luego música y baile.
Es en este último renglón, en el de la música, donde hay un faltante que no se puede dejar así sin una acotación.
Cuba es reconocido como el epicentro de la gran proyección de la música afroantillana. Desde la década de los sesenta, con el boom generado por bandas como Irakere, Los Muñequitos de Matanzas, Fania All Stars, Orquesta Aragón, entre muchos otros músicos en lo individual, esa isla se convirtió el referente y origen de un movimiento que aún mantiene una vigencia y primacía en el mundo.
Antes, en el primer cuarto de la década del siglo pasado, bandas como El Trío Oriental o el Sexteto Habanero, amalgamaron ritmos de origen africano y melodías contemporáneas para dar forma al son moderno, que luego derivó en el fabuloso e imperecedero ritmo de la salsa que llevaron a lo más alto las bandas citadas un párrafo arriba.
A mediados del siglo pasado, Benny Moré, Abelardo Barroso, Ismael Rivera, Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Miguel Matamoros y muchos otros músicos, pusieron las piedras de fundamento a la música cubana y al mismo tiempo a un gran movimiento que reivindica el Caribe en el mundo actualmente.
Pero sucesores y abanderados de ese notable movimiento son Los Van Van, por ejemplo, y muchos otros que sería tortuoso enlistar aquí.
El punto es que siendo Cuba el origen del son moderno –aunque si bien fue bautizada con fines comerciales como “salsa” en Nueva York--, resulta bastante notoria la omisión de los organizadores del Festival de Cultura del Caribe, pues no invitaron a ningún grupo o músico de ese país.
Cierto que invitaron a Albita y a Willy Chirino, nacidos ambos en Cuba, pero crecidos y formados como músicos en Miami. En realidad son norteamericanos y su música, de calidad y alta factura, responde a un entorno cultural estadunidense con apenas reminiscencias nostálgicas de una Cuba que les es ajena.
Y sin caer en una discusión ideológica o política, aquí lo cierto es que se desaprovechó la cercanía y la excelente relación que han mantenido los pueblos de Quintana Roo y Cuba.
La razón para contar esta omisión como un faltante serio es sencilla: El festival tiene como objetivo, y así se ha dicho desde el anuncio de su reinicio, fortalecer los lazos culturales de los pueblos de la región Caribe y promover el intercambio de experiencias.
Ocurre que en el caso de Cuba no se logró esa meta, porque si acaso se hizo, fue con artistas que representan a Miami, Estados Unidos. No al pueblo vecino del Caribe.
Debió programarse a artistas cubanos para tener un programa redondo en este festival.
Cora Amalia dijo en varios foros que el tiempo para organizar este encuentro no fue el suficiente y aseguró que las próximas ediciones serán mucho mejores, pues además de sentar las bases y establecer los contactos respectivos, solicitó también un monto mayor para el presupuesto. En esta ocasión contó con 10 millones de pesos.
Por otra parte, es sin duda un acierto el haber dado un espacio importante a la casi flamante Orquesta Sinfónica de Quintana Roo, con el maestro David Hernández Bretón. Los músicos que la conforman, la mayoría quintanarroenses, pueden presumir de un gran talento y calidad alcanzada a fuerza de profesionalismo y dedicación.
De igual forma, la inclusión de verdaderas revelaciones entre los músicos locales, especialmente a Chan Santa Roots o Pat boy de Felipe Carrillo Puerto, representando la fusión de la lengua y la cultura maya con ritmos como el hip hop y el reggeae. Sin duda botones de muestra del sincretismo cultural que se busca promover y difundir en el Festival de Cultura del Caribe.

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